Es muy frecuente encontrar a personas que comentan que sus padres no estuvieron presentes durante su infancia. Puede que sean muy maduros para trabajar y ganar dinero, pero normalmente, a ningún niño le quita el sueño que su padre no pague las facturas, y si le preocupa no sentirse suficientemente querido. En este tipo de casos estamos ante una infancia que fue parentizada, o parentalizado.
Si además padeces chantaje emocional por parte de alguno de tus padres, o si cuando tomas una decisión que te beneficia a ti, o que implica que no harás lo que ellos quieren, se lamentan y te hacen sentir mal explotando la culpa y la pena, estás siendo más maduro que ellos, y seguramente actúes como su padre/madre psicológico. En los casos más extremos puede que tengas un padre o madre narcisista. Puedes ver las características y las soluciones aquí:
El niño/niña parentizado, es aquel cuyos padres/madres, están más inmersos en satisfacer sus propias carencias, que en cubrir las necesidades de sus hijos, que no pueden ni deben ser cubiertas por otros que sus propios padres.
Cuando un padre/madre está inmerso en sus dramas emocionales, a menudo arrastra a sus hijos con ellos, y la psique de estos niños sólo tiene dos opciones: ser más maduros que sus padres para salir lo más airosos posibles, o repetir el drama.
Madurar antes de tiempo, no es ninguna ventaja adaptativa, es una estrategia de supervivencia, y como ya se ha comentado en otras ocasiones, las estrategias de supervivencia son perjudiciales a la larga porque son rígidas y sólo contemplan la huida del peligro, a pesar de que sea una huida hacia delante. No olvidemos que venimos a vivir, y cuando no podemos, la única alternativa el la supervivencia donde no hay felicidad, sino estrés.
¿Cómo saber si has tenido una infancia PARENTALIZADA?
1. Empezaste a hacerte cargo de responsabilidades antes que la mayoría de los niños/as de tu edad.
2. Tuviste que aprender a gestionar situaciones de crisis con bastante frecuencia: la nevera vacía, volverte sólo/a del colegio siendo muy pequeño, aprender a animar a mamá o papá cuando le daban sus crisis, etc.
3. Los adultos de tu entorno daban por hecho que podías gestionar tus obligaciones como niño/a y mantenerte: preparar tu comida, administrar presupuestos, protegerte de posibles peligros, etc.
4. Te hiciste cargo de hermanos/as pequeños/as, familiares enfermos, mayores, etc; cuando todavía estabas en el colegio, o eras muy joven.
5. Te reprochaban tus errores como a otro adulto más, y tenías consecuencias de adulto: Si perdías algo no lo reponían, te quedabas sin comer si no te acordabas de ir a comprar o estropeabas la comida, etc.
6. Has pasado muchas horas del día sin adultos de tu familia a tu alrededor, o te han dejado a solas en casa durante la noche, o durante varios días.
7. Tú tenías que estar al tanto de tus propios cuidados, como revisiones a médicos, dentistas, tutorías en el colegio, actividades extra-escolares, etc.
8. Has ido sumando responsabilidades en tu vida adulta y tiendes a ocuparte de lo que te pertenece a ti, y de lo que le pertenece a otros, o por el contrario, tiendes a huir todo lo posible de posibles fuentes de responsabilidad: relaciones estables, trabajos a largo plazo, deudas, hijos, mascotas, etc.
9. No te gusta ver que necesitas ayuda, porque sientes que te conviertes en una carga para los demás, y te da miedo sentir que no tienes red de apoyo en caso de error.
10. Tiendes a pensar que el descontento de quienes te rodean es culpa tuya.
11. Te sientes principalmente triste la mayor parte del tiempo, o mantienes ciertos aspectos de tu vida en un estado de infantilidad o pendientes de desarrollar.
Algunos de estos puntos se consideran hoy ejemplos de maltrato infantil, y cuando son descubiertos por las autoridades, pueden dar lugar a la pérdida de la patria potestad de los hijos, debido a la gravedad de las secuelas que pueden producir y a que algunos son claros ejemplos de abandono.
Ser un adulto sano recuperando tu infancia
Tomar consciencia de los desequilibrios vividos en la infancia o adolescencia, puede ayudar a entender sensaciones de descontento general con la vida, patrones repetitivos y auto-sabotajes. Trabajar estas emociones de la infancia ayuda a cambiar las estrategias de supervivencia rígidos por mapas de conducta más amplios y adaptativos. Empieza a sanar las experiencias de tu infancia con el taller Online «Sanando al niño interior».
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