Los abortos voluntarios: Adriana Diaconu. Acompañamiento psicológico en Bioneuroemoción.

Esta es la entrada aportada por una de mis alumnas de la formación en APB, Acompañamiento Psicológico en Bioneuroemoción. Os recomiendo leerla completa porque no deja a nadie indiferente.

«La meta de este artículo no es posicionarse en cualquiera de los extremos. Los abortos no son ni malos ni buenos. Lo único que debatiremos son las consecuencias de estos sucesos».

«En primer lugar, debatiremos las consecuencias metafísicas y generacionales».

«Desde el punto de vista de la herencia transgeneracional, todas las muertes traumáticas de nuestros antepasados tienen un gran impacto para los que están en vida hoy. Ya sea que queramos admitirlo, ya sea que haya ciencia que lo pruebe o no, es un hecho que los traumas en la familia que no se han resuelto tienden a reaparecer en generaciones posteriores para sentirse y comprenderse. La ciencia lo respalda un poco al explicar que el ADN almacena todas las características que tomamos de nuestros padres, abuelos y bisabuelos a nivel biológico, epigenético, pero también a nivel emocional. Y por lo general, las fuertes conexiones se encuentran entre las últimas 4 generaciones. En una generación se sufrirá el abuso, en la siguiente habrá un abusador, en la tercera habrá un testigo del abuso y la última habrá un odio extremo hacia el abuso. Pudiéndose dar en cualquier orden. Pasando así a cerrar un ciclo completo. Este trauma relacionado con el abuso habrá quedado resuelto. Es necesario ver el trauma desde los 4 ángulos de percepción para que podamos ver que ninguna de las percepciones es la verdadera, pero la verdad está en su neutralidad, el punto medio».

«Pero qué hay de la muerte. Una generación podría ser la que sienta la muerta en su propia piel. Otra podría sentir la muerte trágica de un bebe o niño o de un ser querido en general. La tercera podría ser la que lleve a cabo una muerte. Y la última será la que conjugando las otras tres percepciones y sienta un rechazo tremendo hacia la muerte. Para nuestro ejemplo el que lleve a cabo la muerte será el aborto voluntario. Una mujer que comete un aborto debe ser libre de hacerlo y ser responsable de las consecuencias transgeneracionales. Todo lo que hacemos y pensamos tiene una consecuencia. Asumir esas consecuencias y tomar esa decisión con responsabilidad tendría un impacto menor en su vida y en las futuras generaciones».

«Si este ciclo no se completa con éxito, poniendo la percepción de la muerte en un punto neutro y sin juicio, la siguiente generación tendrá un bloqueo en la creación de la vida. Creando así casos de infertilidad especialmente en mujeres que quieren desesperadamente tener hijos. Esto se da porque si el concepto de vida no esta puesto en neutro y sin juicio, no se nos permite crear vida desde una perspectiva extremadamente polarizada. Ya sea la falta de aprecio de vida como en muchos casos madres que abortan sin remordimiento, e incluso los abortos voluntarios que crean séquelas traumáticas en la mujer para el resto de su vida. O mujeres que visualizan la creación de una vida con una connotación extremadamente positiva, algo santificada.
Una consecuencia de estos extremos es la incapacitación de crear vida desde un ángulo tan polarizado. Otra consecuencia es que esa muerte de esos niños, bebes, o seres queridos no sentida y expresada lo suficiente, tiende a permanecer en el clan. La propia emoción de una madre que sufre en silencio por la perdida de un niño es la que mantiene a esa alma cerca de la familia. Y en algún momento se llega a conectar con algún miembro de la familia que de manera inconsciente decide percibir, atraer y manifestar la energía de ese ser perdido. A eso se le llama Síndrome del Yaciente (enlace con tu articulo sobre ello)».

«En segundo lugar, hablaremos sobre la acción y reacción por todo lo que hacemos».

«No es lo mismo comer una manzana venenosa a sabiendas o sin saberlo, por lo tanto, ser completa y verdaderamente responsables es lo que nos hace tomar el control de nuestra vida».

«El problema es que hemos trivializado y normalizado los abortos hasta tal extremo, que equivale a tomar una pastilla para el dolor de cabeza. Dejamos de considerar la vida como lo que realmente es. En períodos de escasez, las personas tienden a apreciar y sobreestimar los valores que poseen, y en períodos de abundancia trivializamos todo lo que tenemos, incluso la capacidad de traer vida a este planeta. Vivimos en un período de abundancia, nunca hemos estado tan cómodos, no hemos vivido en un entorno más seguro. Nunca hemos tenido periodos de salud y asistencia medica como las de hoy. Nunca ha habido 7 mil millones de humanos viviendo en la Tierra. Por lo tanto, comenzamos a trivializar la vida».

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